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sábado, julio 28, 2012

Rigor Mortis




Muerte sin reencarnación, muerte para los torcidos, para los árboles que no dan fruto, muerte para las salidas rápidas, muerte a la vida latente, a la catalepsia, a la movilización pasiva de los cuerpos, muerte a la espera, muerte a los bríos de la ira. 

Muerte a la oscuridad, muerte a la verdad como forma de violencia, muerte a las rutinas, a las repeticiones, muerte al silencio, muerte al desempleo, muerte al régimen del hambre y a la guerra, que muera el ego, los resentimientos y el orgullo.


Yo quiero que mueran los placeres, la carne. Que muera la razón, el tiempo y su velocidad, las apariencias, los recuerdos, que muera la reina y que muera el rey, muerte sin paraíso, muerte sin luto, sin retorno. Que mueran los límites, que mueran las banderas, muerte transparente, muerte justa, imaginaria. 

Que muera el rechazo, que muera el rencor y que mueran las dictaduras en las que vive el amor. Muerte a todo aquello que no nos deja vivir, que muera lo que no nos deja mirar hacia arriba para renacer.

Porque a menudo el sepulcro encierra, sin saberlo, dos corazones en un mismo ataúd.




¿A qué le teme tu corazón
si no hay nada que temer el día de hoy?

La verdolaga tiene un dolor

Triste y placentero
Que en su más profundo andar
Es un canto negro
¿Y qué tienes tu pa' dar?
Quiero ver tu levante
Hablas de aquí pa' lante
¿Qué tienes tú pa' dar?

Jabalí montuno

Montuno jabalí

La luna llena ya está por llegar

Viene llegando el barco que va a embarcar
Vamos a montarnos en este barco
A ver dónde nos lleva
La luna llena ya está por llegar
Viene saliendo de tierra hasta alta mar
Ya se oyen los cantos rojos y negros
Que provienen del mismo suelo

Son casi las ocho y media

Ya mi negro
Que Dios nos haga dichosos
En su andar

¿A qué le teme tu corazón

si no hay nada que temer el día de hoy?

lunes, octubre 17, 2011

Post Mortem



Pensaba un día que nunca es muy pronto para la muerte. Yo no sé exactamente cuándo, cómo, dónde... Y eso a veces me incomoda o más bien, digamos, me asusta. No es morirme lo que me preocupa sino el no estar listo para irme o ni siquiera poder despedirme de la gente que quiero. Uff, son tantas cosas...

Para mí es más que la extinción del proceso homeostático de un ser vivo; es pasarme toda la vida tratando de atrapar con mi diminuta red esa pequeña mariposa que vuela todos los días frente a mis ojos pero que siempre escapa. 

No es fácil definir la vida. Y para mí la muerte es como una excreción; la extinción del sistema individual. Todo el mundo sabe que la muerte es algo personal, como una catalepsia.

Y tuve uno de esos momentos de meditación en los que me pregunto: ¿Si un día todo se acaba por qué me la paso guardando y guardando cosas? Digamos, como ¿riquezas? ¿Quién cuidará de ellas cuando ya no esté? En verdad somos extranjeros de este mundo.

Por eso miré en mi closet en busca de esos tesoros que no podré llevar y no había nada. Parece que lo único que puedo dejar en esta tierra de valor serán recuerdos para todos. Buenos o malos es todo lo que puedo construir con la gente que quiero.

Aunque claro, está Zaratustra y el piano que compré en Navidá. También está mi pequeña colección de libros y los discos compactos que compré cuando no sabía cómo descargar por internet. Unas cuantas canciones que escribí, mi sarcasmo bien intencionado y esas obras a las que yo llamaba arte.

La muerte no puede llevar adjetivos pero a veces es instantánea, súbita. Si yo tuviese que morir asi, de repente, en mi testamento diría que a todos les dejo amor, sonrisas, lágrimas, cosas que aprender y otras tantas que yo no sé. 

No tengo millones ni propiedades a mi nombre, ni bienes inmuebles. Tengo una cocinita de gas, mi grabadora querida y la lavadorcita que compré a medias con ella. Una olla de cocimiento lento, la arrocera, alguna cuenta pendiente, este blog y mis ganas frustradas de ser estrella de rock.

Ay Dios, cuando yo me muera, ¿Quién querrá mis zapatos cuando ya estén viejos?

lunes, septiembre 26, 2011

Refugio




Estoy seguro
que aún cuando no quieras irte
si te vas
quedará un rastro senil
tras de ti
como luces que
después de tanto brillar
se apagan.

Sabré entonces
que tu adiós lo dijimos tantas veces
en las húmedas capas del olvido
como la arena que queda fría
que se ahoga con la espuma
de las olas al pasar.

Sentirás que esta vida
es la montaña que jamás escalaste
porque se hizo pequeña al verte pasar
para que vieras con la ceguera de los años
que nada es del mismo color.

Y buscarás
como atrapada en la caída libre
palabras infinitas que te lleven
a cualquier lugar
a todas las alamedas y caminos
que te hagan sentir madre
de todo aquello que simpre fue tuyo
pero que sólo yéndote
lograrás hallar.

Y será tu nombre
como la estrella fugaz
que un día viene
y luego se va

Pero veré tu rostro en las esquinas
con los niños al jugar
y sonreiré
porque aunque te hayas ido
siempre estarás.

Para ti, mamá.


Papá, mamá y yo.



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