jueves, septiembre 24, 2009

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Aunque muchos lo nieguen todos los hombres lloramos, todos los seres humanos lo hemos hecho y lo haremos cada vez que el corazón sea oprimido por la tristeza o, ¿Por qué no? La alegría también.

Lo bueno después de llorar, sea por la razón que sea, es que también todos los seres humanos sabemos sonreír, solo que muchas veces olvidamos hacerlo.

Yo por eso de ahora en adelante aunque esté debajo de un puente sin nada que comer ni nadie que me haga compañía, trataré de sonreír sin importar la situación. Porque si de la vida he aprendido algo es que Dios nunca nos abandona y esa es razón más que suficiente para sentir alegría.

Por eso sonrío, así:

(Sí, el de la foto soy yo)

martes, septiembre 22, 2009

LA VERDAD ME VALE UN COÑO


Esta vez no haré referencias introductorias. Esta vez no diré la verdad aunque siempre haya mentido en todo:

Lo mejor que me pudo haber pasado en la vida fue dejarte en brazos de otro. Así vos no tendrás que estar ahí cuando yo muera ni yo tendré que fingir que te quería.

El Señor es mí pastor, nada me faltará.

Postdata: Sí, a vos también son las últimas líneas que te escribo.

miércoles, septiembre 16, 2009

ESTA PUTA INCOMUNICACIÓN



Yo me acuerdo (en realidad no mucho […] honestamente casi nada; mejor dicho no me acuerdo del todo) del momento cuando entoné mis primeros vocablos. Nunca he indagado al respecto con mis padres porque no me interesa. Eso es irrelevante pero según dicen, esa palabra fue “mamá”. El orgullo de mi madre más alto que papalote de domingo por supuesto. Sin embargo esa fue –según lo que medio recuerdo- la palabra.

A partir de esa palabra todo cambiaría. Vendrían otras palabras, anglicismos, costarriqueñismos, vulgaridades… Todo eso que usamos la mayoría para hablar jamás se le ocurrió a este flaco que le resultaría, por no decir inútil, insuficiente para comunicarse en un mundo donde si no te expresas bien pues… Considérese malinterpretado de por vida.

Es como la palabra “amor”, con la que se pueden armar frases todas muy bonitas y melosas como: “te amo”, “nos amamos”, “amo este momento”, “tengo amor para todos”, etc. Pero en realidad yo creo que nadie ama. Creo que todo el mundo se cansa de buscar el momento preciso para decir esa palabra. Debaten consigo mismos para entender, buscando esa luz en el escollo más hondo de su ser, cuándo se ama y cuándo no.

Soy de los que piensa que si uno siente amor la manera más fácil de demostrarlo es con la frase “te amo”, “te quiero”, “te aprecio” y todas esas frases muy bonitas y melosas. Pero sin embargo, ¿Quién lo demuestra realmente?, Yo solía repetirle una y otra vez a La Señorita del Corazón de Azúcar que mi modo de amar era simple pero complicado:

Ella: Mi amor ¡Hoy estamos cumpliendo meses! ¡Mira lo que tengo para ti! (Me entrega un sobre con una carta llena de corazones por todas partes y un discurso romántico de amor eterno y felicidad duradera en el interior)

Yo: Gracias mi amor, qué cool! (Tomo el sobre y lo pongo en la mesita de noche, o en el escritorio mientras ella hace caras de decepción-tristeza-resignación) Lo leeré más tarde ¡Así la emoción aumenta! Ya sabes cómo soy… (Sí, soy de los que hacen cenas románticas con pejibayes y queso derretido a la luz de 2 velas, sentado en el suelo y música de fondo)

Ella: (Aún con rostro de ¿Qué putas?) Está bien mi amor, sí, yo sé cómo sos… (Hace mueca y se queda mirándome)

Yo: No te compré nada, pero hoy cocino yo (por poner un ejemplo)

Ella: Ahmm… Bueno.

5 días después, llego con una carta, o algo romántico, inesperado, un poema, una entrada en mi blog para ella, una salida de dos… Es nuestro feliz no-aniversario.

El punto es que no me gustan las “excusas” (fechas “especiales”, días “festivos”, etc.) para demostrar amor. Yo pienso que para los gestos lindos no hace falta verlo como una obligación. Además uno sabe que en los días marcados del calendario algo “debe pasar”. Yo prefiero que en esos días no pase nada. Es mejor lo inesperado, lo que te sorprende y te enseña a que no todo en la vida va por una línea recta.

De todas las palabras que he aprendido a decir en mi vida la única que no entiendo todavía es “amor” y todos sus tiempos verbales y conjugaciones. No basta esa palabra para expresar lo que en realidad es el amor. Por eso digo que nadie en este mundo sabe amar de verdad. Al menos nadie que yo haya conocido hasta ahora.

Por eso no entiendo. Por eso se me hace tan difícil decir “te amo”. Ese es mi puto problema. No logro comunicar lo que siento con una palabra tan corta. No me basta con decir que amo.

El amor no debería “morir” de un día para el otro. No debería tener condiciones. No debería ser egoísta. No debería buscar su propio interés. El amor debería ser más que una palabra: un acto.

jueves, septiembre 10, 2009

Vino, vinagre...


"El clima y el suelo son fundamentales para conseguir vinos de calidad, pero no menos importante es el proceso de vinificación. Tanto es así que dependiendo de los procedimientos enológicos empleados en la elaboración, de la mejor uva puede salir un mal vino y de una uva deficiente un vino correcto.

Salvo excepciones, desde primeros de septiembre hasta mediados de octubre tiene lugar la vendimia, donde ya se hace una primera selección separando los racimos dañados..."

Yo solía creer que el asunto era más sencillo hasta que me topé con ese pequeño trozo de arriba leyendo por ahí. Y es curioso porque estamos entonces en la temporada de selección. Creo que de todas las uvas que había en el racimo de faenas anteriores la única que quedaba se pudrió. No sirvió para vino y la verdad es que lo que resta es amargura.

Tenía toda la fe de que las cosas se dieran diferente, estaba dispuesto a saltar el muro, mirar más allá, ser el hombre valiente que no había sido por miedo a descubrir que mi mayor temor era el de enfrentarme a mí mismo.

Nunca había estado en un viñedo y la verdad es que el proceso es increíble. El cuidado que le dan a las uvas y el tiempo que toma para que una sola botella de buen vino pueda ser puesta en un estante de tienda es maravilloso.

Eso me hace pensar en todas esas veces (¿Te acordás?) Cuando nos íbamos casi a hurtadillas a tomar vino tinto a los parques... Jamás pensé en todo el trabajo que requería para que vos y yo nos pudiésemos sentar en aquella colina junto a la cruz gigante a alegrarnos. ¿Recuerdas esos tiempos? ¿Cuántas veces lo hicimos? ¿Dos, tres, quizás cien veces?

Siempre tuviste la ropa puesta pero más de una vez te vi desnuda. Nunca hicimos el amor pero hubo muchas noches en las que imaginé que pasaba.... ¿Cómo dices? ¡Ah, lo siento! Eso era un secreto... Era.

Ahora el tiempo de la mies ha llegado y sea buena o no la uva, si el proceso no es el adecuado el vino no sabrá a vino. Y creo que nos bebimos el último sorbo de esta botella avaramente. Nunca te pedí nada a cambio y siempre terminábamos borrachos en algún lugar. Siempre terminaba asido a tu garganta respirándote, escuchando cómo tus labios murmuraban...

Y se secó... Lo que resta del vino se secó en el fondo oscuro de mi botella. Y descubrí que aquel último trago fue el más desabrido de todos los tragos. Que aquel primer intento sería también el último.

Pude haber adivinado que todo terminaría mal, pude... Pero no quise. Prefería suspirar pensando que esa noche se repetiría muchas noches más aunque no se repitiera nunca. Yo no quise...

¿Y ahora? ¿Me dirás que estoy errado? ¿Le daremos una segunda oportunidad a lo que ya le hemos dado todas las oportunidades dables? ¿Seguirás mirando por las ventanas musitando que lo echamos todo a perder? Probablemente sigas insistiendo en que fue mi culpa.

Era vino besarte. Era vino rozar tu espina dorsal. Ahora es vinagre recordarlo. Es vinagre saber que se acabó.

La vida continúa. Y si no es tinto será blanco, será una mezcla de ambos o no será ninguno. Lo único que me queda por decir es que ese sabor afable en tu boca, en tu escote y en tus ojos ahora no es más que una exhalación larga mientras concluyo de corresponderte estas últimas líneas. Sí, las últimas…

Era vino y ahora es vinagre.

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