jueves, mayo 10, 2012

Ánimus



La amistad es una de las relaciones interpersonales más comunes que una persona tiene en la vida. La amistad nace cuando dos o más personas comparten inquietudes comunes. Hay amistades que nacen a los pocos minutos y otras que tardan años en hacerlo. Dicen que la verdadera amistad dura toda la vida.

Existen diferentes tipos de amistades. Por ejemplo está el tipo que se hace amigo de su perro, que da la vida por su perro, se toman fotos juntos, van a caminar al parque, tienen conversaciones hasta tarde en la noche o simplemente se dan calor uno al otro cuando hace frío. También está la amistad entre dos personas, que se caracteriza por compartir pensamientos en común, ideas, gustos, momentos, risas, tristezas...

Sin embargo, a diferencia del perro, nosotros tomamos decisiones conscientemente. Ya lo decía Aristóteles, que la amistad puede ser de tres tipos distintos: por placer, por interés o por el bien, pero solo la que es por el bien merece llamarse amistad.

Para mí la amistad implica armonía, buena voluntad y afecto, como querer y rechazar lo mismo. En los tiempos modernos de calentamiento global y crisis económica por doquier, el capital viable es tener muchos amigos que nos ayuden en los momentos difíciles. Tal contradicción, a pesar de que no sea rechazable masivamente hablando, tiene total sentido dentro de la Hipótesis del Contrabando. Todos terminan ganando. Todos encuentran el placer, lo que les interesa, ya sea de otros que buscan lo mismo o del perro, el gato, el perico enjaulado...

Pero ¿Quién realmente te levanta cuando estás decaído? ¿Quién se interesa en nuestro bienestar, en nuestros problemas, nuestros logros? ¿Quién aparece en la turbación, cuando el enemigo amenaza con llevárselo todo?
La amistad es sin duda una experiencia humana de vital importancia. El no sentirse solo en el caos citadino, en las largas filas de la vida, puede ser tanto aliciente como destructivo.

Hay amistades donde además de la familia y los demás amigos también participan la desigualdad, el odio y la traición. Son de esas que marcan en la boca un dejo triste, como caminar en círculos. Ya lo dice el viejo proverbio Chino: "Aprendemos poco de la victoria pero mucho de la derrota"

La gente se arregla todos los días el cabello, ¿por qué no el corazón?

La búsqueda de ese tesoro que son los amigos, ¿Hasta dónde nos ha de llevar? Algunos topan con suerte y encuentran eso que no los rechaza, eso que hace promesas de sangre y te escucha por horas cuando te sientes mal. Otros, por el contrario, sufren la desdicha de estar solos, fundadores en La Élite de los Enajenados, que la única forma que encuentran para hablar es escribiendo, componiendo canciones o llenando el surrealismo de cuadros sin sentido.

Hay amigos imaginarios, por supuesto. Existe toda una ciencia al respecto y más allá de todo la teoría dice que a pesar de ser ficticios (es lo que todo el mundo cree) además se les puede asignar un papel tutelar o lúdico! ¿No suena maravilloso? ¡Es incluso mejor que el perro! Aunque, esperen un momento... el amigo imaginario no te habla por lo tanto no te juzga, pero no te puede dar calor cuando hace frío. El amigo imaginario no te va a defender cuando alguien quiera hacerte daño. Tampoco limpiará las lágrimas de estar triste por los regímenes opresores del silencio. 

Con el pasar de los años me he dado cuenta de que me voy quedando cada vez más solo. Creo que no he podido encontrar alguien a quien le agrade lo suficiente como para querer lo mismo. Yo busco el bien, ellos buscan placer, interés... Y ¿qué se le va a hacer? Tal vez soy un poco exigente a la hora de escoger a las personas. Tal vez no me doy cuenta de que son las personas las que me escogen a mí y no al revés.

Me pongo a pensar en lo terco que soy cuando trato de hacer que esos seres de la antigüedad a quienes alguna vez nombré como amigos se acuerden de mí y me escriban, aunque sea un mensaje de texto estúpido con algún chiste malo. Quizás esto de hacer a los demás a un lado es el resultado de no sentirse correspondido. Puede que crea que el mundo merece el mismo rechazo que yo.

Hay mamás mejores amigas de las hijas, padres mejores amigos de los hijos y viceversa. Hay gatos mejores amigos de perros, niños mejores amigos de adultos, blancos mejores amigos de negros. Y yo aquí sigo pensando que como el día y la noche jamás podrán estar juntos a la misma vez, yo voy a estar inevitablemente fuera de la vista. Porque supe que de día el sol delata mi angustia pero de noche la oscuridad borra mis pasos. ¿Soy amigo de la noche? A lo mejor la noche es quien quiso estar conmigo y no yo con ella. Al rato ella es quien me espera para que hablemos y me escuche llorar. Quien sabe...

A lo largo de los años he sentido este beso frío tantas veces, y siempre me digo a mí mismo:

  1. Cuando eso pase no escuches música triste. 
  2. No creas que el mundo tiene que alegrarse de que existas. 
  3. Imagina que Dios te abraza (aunque Él sí es un amigo real -paradójicamente hablando- sus abrazos son de esperanza)
Lo primero que hago, sin embargo, es oír música triste, pensar en todas las cosas maravillosas que no logro compartir, las pasiones, lo que me hace feliz (¿Qué me hace feliz?) las tristezas, y el abrazo de Dios que me da esperanza es lo único certero que me queda para afirmar que, dentro de esta burbuja en donde me he metido por años, solo quepo yo.



2 comentarios:

Anónimo dijo...

nice, as usual.

Narcissa dijo...

La gente prefiere que les peinen el corazón otros que hacerlo ellos mismos. Así no vale.

Cuenta regresiva mi estimado.

Saludos.

mirror mirror

1