jueves, junio 03, 2010

Imprescindible


Cuando tenía como 5 años lo que tuviera que ver con pasarla jugando con la tierra del patio me era placentero. Tenía cierta fascinación por los insectos, cualquiera que fuese, porque el ser más grande que ellos me hacía sentir, de algún modo, poderoso.

Y ahora me pregunto: ¿Qué habrá sido aquel afán de sentirme superior?

Todo es cuesta arriba si me sostengo del mastil pero cuesta abajo si me recuesto de el. La cosa es que yo no debería estar a la mitad del camino cavilando cosas como: "¿Por qué el Latín fue una lengua tan enraizada que de ella se derivan muchas de las lenguas que se hablan en la actualidad?" o "¡Jajaja! Cunnilingus... Me imagino a las antiguas civilizaciones de la tierra diciendo cunnilingus a cada rato". La vaina es que de la nada se abrió un espacio entre esta dimensión y la dimensión desconocida. Es por eso que estoy escribiendo esto y porque mis rodillas quieren desdoblarse.

Es gracioso que quieran descifrar genomas y clonar mientras que el mundo se cae a pedazos. Es gracioso que esté sucediendo lo que tuvo que haber sucedido milenios atrás. Lo único que me falta es aterrizar.

Como derivados de lo antiguo salemos a la calle y aparentamos, que somos capaces de andar por el medio del gentío sin que nos importe un comino lo que digan o piensen y luego, nos mandamos al carajo al llegar a casa.

¿Y si no nos queremos ir? Nos echan; y si nos vamos no les gusta. ¿Qué coños? Al diablo con la burocracia. Al diablo con las mesas redondas y los diálogos unilaterales. Se va todo al diablo si no nos mojamos un poquito a veces.

Yo creo en ti.

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