miércoles, noviembre 24, 2010

Ser hombre


"De pequeño me enseñaron a querer ser mayor, de mayor voy a aprender a ser pequeño..." Diría el señor Enrique Bunbury. Mi papá solía decirme que los hombres no lloran; uno de mis ex suegros decía que el hombre tiene que cuidar de la mujer y bla bla bla... Hoy, para variar, me estoy haciendo preguntas al respecto.

No entiendo cuál es el propósito de ser machista, siendo hombre, si la hombría no se trata de quién es más dominante que quién. Ser hombre no es tener un pene peludo y alardear de su tamaño. No entiendo cómo hay gente que piensa que ser hombre es tener todos los músculos posibles o ser un Don Juan con las nenas.

En mi trabajo por ejemplo hay muchos hombres que se sienten importantes porque las mujeres (ciertas mujeres dentro de "x" categoría) se derriten por ellos, o porque ellos tienen puestos "importantes" dentro de la empresa. Para mí todo eso es bullshit.

Un verdadero hombre es el que entiende que llorar no lo hace menos hombre sino más humano. Entiende que sin las mujeres no habrían hombres en el mundo y no al revés. Entiende que los problemas no se arreglan a golpes sino con inteligencia. Un verdadero hombre trata de aprender de los demás para ser mejor y no pretende saberlo todo como queriendo que los demás aprendan de él.

No vengo acá para señalar a nadie, ni siquiera considero que yo sea un buen hombre. Es solo que me produce una risa irónica el pensar que esos hombres se crean más hombres de otros, y que al mismo tiempo juzguen a todos aquellos hombres que expresan sus sentimientos más abiertamente que ellos. Normalmente uno es tildado de homosexual o débil si uno no es duro como piedra. Pues saben qué? Prefiero ser como una mujer, que no tiene miedo a mostrar lo que siente, a ser un machista que vive encerrado en el laberinto de sus propias represiones e inseguridades.

He dicho.

domingo, noviembre 14, 2010

Alaska


Quería meterme a Google y buscar a cuántos Kilómetros está Alaska de aquí (y eso hice), pero buscando no logré encontrar nada así que mi pequeña introducción cambia.

No sé a cuánto estarás tú de mí, o yo de ti (como quieras mirarlo). Lo único que sí sé es que quiero ir a ti, o que vengas tú a mi (como quieras hacerlo). Te confieso que varias veces te vi por tele y te miré por fotos, pero que en realidad me declaro un ignorante porque no sé nada sobre ti (o tú no sabes nada sobre mi, como quieras decirlo).

Caminaría sin saber por la orilla de tus ríos, con la abundante corriente natural de tus murmullos en mi pelo. Haría garabatos con el rostro tratando de entender porqué eres tan bella cuando te pienso, y me pregunto con signos de admiración si serás en realidad como en mis sueños.

Penetraría entre la niebla para descubrirme nuevamente como un niño, afanado en aprender nuevas reglas que lo liberen de las cadenas de su mente. Trataría de besarte, tocarte, olerte hasta que se me llenaran los pulmones, venas y dobladuras de sabores, texturas y aromas multicolores. Abriría los brazos como queriendo abrazarte, y dejaría que me cubrieras desde los dedos de los pies hasta los rizos de mi cabeza.

Si yo estuviera a la mitad de reconocerte Madre, llamaría a todas las cosas por nuevos nombres e invertiría los polos para entender al fin que todo es algo cuando tiene un opuesto.

Al final solo querría fundirme en la cima de una montaña helada, de esas que de lejos parecen picos blancos flotando en algodón de azúcar. Te buscaría como ahora y me encontraría definitivamente conmigo mismo.

No sé qué tan alejada estás hoy de esta casa, o que tan lejos estoy yo de ti. Lo único que sé es que si el camino hacia ti es azul y peligroso, hacia a ti voy aunque me manche de tu cielo y muera en el intento.

lunes, noviembre 08, 2010

Manifiesto premeditado


Yo podría sugerir -y hablando en primera persona para ejemplificar las consecuencias del egoísmo entre seres de la misma especie- que todo lo que está hecho, se deshaga. El propósito y el fin de semejante sugerencia sería, sin puntos a debatir sobre eso, que la sociedad humana está divida en dos mitades: una que sugiere y otra que es sugerida.

A veces pienso -volviendo a hablar en primera persona, solo que esta vez no para ejemplificar sino para poner en evidencia cómo el ego humano nos hace suponer, erróneamente, que de vez en cuando tenemos que ser el centro de atención o más aún el eje del universo.

Oscar Wilde diría: "La risa no es un mal comienzo para la amistad. Y está lejos de ser un mal final." Pero yo diría -hablando por una última vez en primera persona solo para consternar el carácter de algunos lectores- que cuando una persona no se ríe, cuando se supone debería reír, es debido a que tiene tanto miedo de ser rechazada por la sociedad, que prefiere esconderse dentro de la careta de un ser pensante simple, común y corriente.

El hombre común y corriente, a menudo suele imaginar que sus probabilidades de supervivencia no son limitadas, cuando en realidad esta vida es como andar sobre la cuerda floja, solo que en la realidad nunca miramos hacia abajo, la altura de lo que decidimos.

Yo supondría -no sea que caigamos de nuevo en el mismo engaño- que las clases minoritarias se rebelaran contra los estados y sean los obreros, el pequeño gran trabajador, quien se encargue de derrumbar la Gran Muralla China de todas nuestras inseguridades.

¿Sería posible? -como primera y última pregunta del Manifiesto Premeditado- No sé si sería posible. Cambiar la corriente giratoria de energías que se surfean, enloquecen cuando chocan entre sí en medio de dos polos magnéticos totalmente opuestos pero que se atraen entre sí. No creo que se pueda...

Ya lo dijo Jaime Balmes: "Ciertos hombres tienen el talento de ver mucho en todo. Pero les cabe la desgracia de ver todo lo que no hay, y nada de lo que hay." Por lo que se entiende y se resalta la necesidad misma del ser humano a formar grupos, grandes o pequeños, para no sentirse apartado de las ondas de energía que fluyen a través del aire como invisibles proyectiles kamikaze.

Sin la compañía el hombre desprecia y discrimina la soledad como templo fluorescente de tambores resonantes, y decide inconscientemente que quiere agruparse para no sufrir las consecuencias de una mala decisión que lo haría finalmente libre.

Siempre seremos la raza que hereda maldad de una generación a otra. Aún queda una esperanza y usted tiene que decirme cuál es.


martes, noviembre 02, 2010

Tuti


A tuti le gusta mirar televisión por las noches, deshacerse de los malos pensamientos mientras mira a un tipo de falsa sonrisa entrenar animales. Se relaja con el sonido de la lluvia y un buen chineo jamás está de más.

A ella le fascina pensar que alguien más sostiene el mundo por ella, mientras busca en los helados de la Malavasi una opción para enfrentar los calores de una caminata por el parque con Scooby. Tuti es como una niña pequeñita que frunce el ceño y hace trompitas de vez en cuando.

A tuti le encantan los colores del arcoiris y de vez en cuando se viste toda llena de ellos, se pinta los dedos con escarcha y se transforma a sí misma en una princesa justiciera de hace 4 mil años.

Ella te hechiza con el sonido de sus risas, te enseña que para reír no hacen falta los chistes de Pepito, y aprendes a mirar a los perros como si fueran hermanos tuyos.

Tuti antes de comer le reza a Dios para que bendiga sus alimentos, y da gracias por las bondades recibidas antes de conciliar el sueño. A ella le parece importante tener a Dios al tanto de todo.

Su mejor amigo es ese tal Scooby del que ya hablé y su confidente y mejor amiga fue quien la engendró hace 21 años.

Tuti me llevaría agua en una cuchara hasta la cima del Everest si yo lo necesitara, porque me ama y yo nadaría con una sola mano a través de todo el océano para encenderle fuegos artificiales, a su isla desierta, por la noche.

Ella dice que está enamorada y yo... Yo soy culpable del mismo delito.

Y es este amor el que nos da la fuerza para seguir, con la ayuda de Dios, en la lucha. Sin ella yo sería un completo y total desastre.

Yo amo a mi Tuti, y si ella no lo sabe, después de leer esto vendrá corriendo a mi escritorio y me dará un beso.

Buenos días para todos.

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